El nacimiento de Fanta es una de esas curiosas historias que traspasa la simple barrera de anécdotas sobre refrescos para convertirse en uno de los símbolos de las tensiones en la época más terrible de la historia reciente: la 2ª Guerra Mundial.

Hoy en día está más que probado que Fanta nació en suelo alemán durante la 2ª Guerra Mundial; lo que no está tan claro es que la compañía colaborara con el régimen nazi antes de ser absorbida por Coca-Cola después de que los aliados ganaran la guerra.

El caso es que durante la década de los 30, Coca-Cola, bebida surgida en Norteamérica, era la bebida preferida de los alemanes, por paradójico que parezca. Incluso llegaron a contar con más de 40 fábricas y su propia marca registrada, Coca-Cola GmbH, la cual hacían ver a la población que era una marca nacional y solo nacional. Sin embargo, con el estallido de la 2ª Guerra Mundial, Estados Unidos dejó de enviarle a Alemania los ingredientes necesarios para realizar la Coca-Cola, con lo que los dirigentes alemanes tuvieron que idear un plan para crear una nueva bebida que gustara a la población.

Y así surgió Fanta (su nombre viene de “fantasie”, fantasía en alemán), uno de los refrescos más consumidos hoy en día. Los dirigentes del Tercer Reich le encargaron a Max Keith, antiguo dirigente de Coca-Cola GmbH la dirección de Fanta y engañaron a la población afirmando en las botellas que su creación era obra de la antigua filial de Coca-Cola (Coca-Cola GmbH). Nada más lejos de la realidad, la Fanta era en aquella época un producto de bajísima calidad, elaborado en base a pulpa de frutas, sacarina, restos óseos y dosis muy pequeñas de azúcar, a pesar de lo cual tuvo un gran éxito.

Durante la guerra, todas las fábricas de Fanta fueron destruidas. Tras ello, EE.UU realizó numerosas comprobaciones sobre la colaboración de Keith y Fanta con el régimen, descubriendo que el director de Fanta poseía fuertes sentimientos anti-nazis. Incluso se constató que había evitado que trabajadores suyos cayeran en manos de la Gestapo Y que había ayudado a la población durante los bombardeos. Además jamás relacionó la imagen de la empresa con la del régimen y superó todos los interrogatorios de los servicios de inteligencia norteamericanos.

Tras comprobar la no implicación de Max Keith con la Alemania nazi, Coca-Cola compró Fanta a finales de los años 60, para aumentar su monopolio y como símbolo político de la victoria de los aliados sobre Alemania en la guerra. De esa manera, Fanta dejó de ser una empresa alemana.

Visto lo visto, se puede decir que Fanta fue una bebida que surgió en la Alemania nazi y como una idea del Tercer Reich, pero Max Reich evitó en la medida de lo posible que fuera un aliado del nazismo.